Solo hemos cambiado el ágora griega por los platós de televisión, pero la elocuencia y las estrategias de Comunicación para mover la emoción de las masas siguen siendo las mismas.
Cuanto mejor las conozcamos más nos daremos cuenta de qué fin persiguen. En el caso de los debates electorales que hemos visto recientemente en televisión, el objetivo es ganar el encuentro, demostrar que soy mejor que el otro. Y los candidatos estaban perfectamente entrenados en técnicas de Oratoria y Debate para ello.
Una técnica, una herramienta es solo eso, un instrumento al servicio de algo. Las herramientas pueden ser las mismas pero se pueden utilizar con diferentes fines. Se pueden usar para vencer a los otros candidatos en una batalla dialéctica o se pueden usar para informar, transmitir y convencer de porqué debes votar a uno u otro.
Obviamente el objetivo era ganar, no convencer. Las formas de hablar, moverse, dirigirse al interlocutor y presentar sus propuestas hubieran sido diferentes si realmente hubieran querido hacer partícipes a los espectadores de sus programas electorales.
Nos movemos por emoción, no por la razón. "Emocracia", lo llaman los americanos. Y por eso eligieron a Trump de presidente.
Vamos a ver algunas de las técnicas de debate y elocuencia que usaron los cuatro candidatos a la presidencia del gobierno en los dos debates de televisión, en LA 1 y en Antena 3.
Vimos técnicas como:
Control de tiempos.
Restar tiempo a su adversario con constantes interrupciones, que a él no le computan apenas y en cambio obligan al adversario a desviarse del tema para rebatir las acusaciones. Albert Rivera fue el más impertinente en este sentido y sus propios asesores lo llamaron al orden durante el descanso porque después de la primera pausa publicitaria ya estaba más comedido.
Recurso “ad hominem”.
Técnica clásica de debate que consiste en quitar credibilidad al argumento del adversario desacreditándolo personalmente. Lamentablemente, llamar mentiroso al adversario de diferentes maneras fue constante a lo largo de todo el debate. Honra decir que Pablo Iglesias no lo utilizó apenas. Y se agradece.
Memoria a largo plazo.
Consiste en utilizar y repetir frases comunes que son más fáciles de recordar porque se basan en refranes o estructuras conocidas. Pablo Casado: “cuando el PSOE entra por la puerta el empleo se va por la ventana”.
La falacia del hombre de paja.
Consiste en modificar el argumento del rival por otro similar pero que esté equivocado o llevado al extremo. Pedro Sánchez a Rivera refutando el contrato único: “Usted lo que quiere es hacer contratos basura para todos”.Vector de fondo creado por brgfx - www.freepik.es
Uso de escenografía.
Lo que permita el atril, que en el caso de Albert Rivera parecía un quiosco. Se pueden apoyar visualmente en gráficos, periódicos o fotografías.
Más sutil, la ropa de Pablo Iglesias con mensaje político. El jersey negro que llevaba es de la marca Revolt Clothing. Se describe en Google como “Tienda de camisetas, sudaderas, polos y accesorios con motivos republicanos y políticos para hombre y mujer”.
No Verbal.
Manos abiertas con las palmas hacia delante para transmitir confianza y apertura. Normalmente, estos gestos no se realizan de forma espontánea, se entrenan durante horas para que salga natural.
En pocos casos giraban el cuerpo para hablar a su adversario. Solo Pedro Sánchez lo hizo de forma más evidente. Al hablar de frente pero apelando al adversario, se da la sensación que no le importa lo que opine porque no lo quiere mirar. Solo decir lo que piensa
Mirar a los "ojos" en momentos clave.
En el caso de Rivera y Sánchez sobre todo, mirada a cámara para cambiar de interlocutor y “mirar a los ojos” al espectador en determinados momentos cuidadosamente preparados. “El presidente de las familias”.
¿Y tanta técnica para qué?
- Demostrar que mi programa es mejor que el otro aunque tengan puntos comunes.
- Y los medios de comunicación participan de plano en este juego. Todos sacaron el titular de “Quién ganó el debate”.
Grandes técnicas de Oratoria al servicio de destruir al adversario en lugar de para construir realidades que promuevan la confianza y el voto. Merece la pena conocerlas para saber para qué las usan.
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